Ya en 1880, George Taylor fabricó un aparato enorme que, funcionando con vapor, emitía vibraciones que los médicos dirigían al clítoris de esas mujeres “histéricas”. Durante décadas, los vibradores se seguirían entendiendo como máquinas para calmar la ansiedad, histeria, locura femenina… En resumen, lo que los médicos (varones) no entendían de las mujeres. La terapia consistía en un masaje pélvico con el vibrador hasta llegar al orgasmo.
Más tarde se reconoció que no era una enfermedad y se empezó a comercializar como juguete erótico, hasta el punto en que hoy es el juguete sexual más exitosos del mercado.¿Sabías que el 52% de mujeres reconocen haber utilizado uno?, siendo un 83% las que lo emplean para estimular el clítoris mientras que el 64% lo usan en el interior de su vagina.